lunes, 15 de marzo de 2010

Elegía a mi madre

Siempre he intentado mantener un buen equilibrio entre aspectos personales y profesionales en mi blog. Ultimamente he estado un poco cargado a los temas más personales, pero tiene que ver con eventos bien importantes en lo personal que me han pasado en las últimas semanas.

La semana pasada, después de un año y medio luchando contra un cáncer que demasiado temprano la venció, ha muerto mi madre, María Ximena González Aldunate. El Sábado la sepultamos y yo leí en la misa una elegía que escribí en forma bastante espontánea. Mucha gente que estuvo en la ceremonia me pidió que la reprodujera de alguna forma. Es por esto que he decidido publicarla en este medio, como un homenaje a mi mamá que tanto me dio en la vida:

La semana pasada tuve la oportunidad de despedirme de mi madre. Les pedí a todos que me dejaran solo con ella un momento. Ella me miró con una expresión que me pareció un poco preocupada y me dijo “Qué me quieres decir”. Yo le respondí, “nada mamá, sólo que te quiero muchísimo y que te quiero dar las gracias por todo, siempre que te necesité estuviste ahí. Quiero que estés tranquila porque tú sabes que nosotros vamos a estar bien”. Entonces ella me dijo “Yo estoy feliz, porque yo sé que yo vine a este mundo a formar una familia y estoy muy orgullosa de lo que logré, tengo una linda familia”.

Esta mañana que vinimos a despedir a mi mamita quiero compartir con Uds. algo de lo que hace tan hermosa a esta familia. Quiero hablar de tres valores que ella nos inculcó y que yo creo que hacen que nosotros seamos mejores personas.

Lo primero que yo destacaría de mi mamá es cómo nos enseñó a apreciar las cosas que se logran con esfuerzo. Nos enseñó a trabajar muy duro por lo que realmente queremos. Supongo que eso lo aprendió de su padre, me cuesta pensar en una persona que se haya tenido que esforzar más que él por sus logros.

Otra cosa que llamaba la atención de mi mamá es lo mucho que admiraba a la gente culta, ella nos enseñó que no todo lo que uno aprende tiene que ser utilitario, y aprendimos de la satisfacción que trae el aprender cosas diversas; estudiar música, literatura, historia por ejemplo. Tambíen nos contagió la pasión por viajar y conocer el mundo.

Por último ella nos enseñó el valor de la consecuencia: no podemos sentirnos realmente felices y realizados si no somos consecuentes con nosotros mismos. El año pasado leímos los dos a Churchill en las vacaciones, y comentábamos cómo tiene que haber sufrido para tomar algunas decisiones, pero él decía que siempre durmió bien. No puede haber otra explicación para esto que el sentir que uno simpre actuó en consecuencia. La Xime nos enseñó a perseguir ese ideal.

Fueron muchos más los valores que aprendí de mi mamá, pero quería destacar algunos. Además tengo los más lindos recuerdos de nuestra niñez en Puerto Varas, Copiapó, y de todos los viajes que hicimos juntos.

De modo, mamá, que tú partiste de este mundo, pero no del todo. De algún modo tu huella queda aquí en nosotros y en nuestros hijos. Espero tener la entereza para no decepcionarte nunca y ser digno de tu legado.

Como te dije el otro día, anda tranquila. Te vamos a echar mucho de menos y nos vas a hacer tanta falta, pero tú nos preparaste para la vida, y de qué forma.

Yo sé que en tu vida no te agradecí lo suficiente todo lo que hiciste por mí, pero creo que tú sabes lo mucho que te quiero y agradezco todo.

Ahora estarás con el Tata, la Lela, el Papá y la Ximenita y ellos van a estar felices de verte denuevo. A mí sólo me queda decirte “muchas gracias mamita.”

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1 comentario:

  1. Seguramente tu madre estará muy orgullosa de tí y tendrá uno de los mejores lugares allí arriba. Recuerda que los grandes no mueren nunca, se les necesita tanto en otro sitio que han tenido que marchar, pero no nos dejan del todo. Un saludo desde España

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